Un nuevo cine
La historia del cine español ha dado a luz a directores cinematográficos que bien podrían ser considerados "poetas". Dentro de esta denominación nos encontramos con Víctor Erice (Vizcaya, 1940), quien presenta un cine cuyo mundo está tocado por la promesa y el arrepentimiento. Estudió Ciencias Políticas y Derecho; posteriormente ingresó en la Escuela de Cine (1961). Sus primeros trabajos fueron como crítico de cine en revistas especializadas como "Nuestro Cine", hasta que en 1969 debuta como director en el largometraje conjunto Los Desafíos, junto a José Luis Egea y Claudio Guerín. Su labor crítica revela un hombre que lucha, que se esfuerza por preservar y extender el lenguaje del cine. Los largometrajes de Erice (El espíritu de la colmena, 1973; El sur,1983; El sol del membrillo, 1992) aunque espaciados en el tiempo, revelan un modelo de conducta en torno a la exploración, el trauma y el refugio, seguidos de un proceso de cura. Son personajes afectados por acontecimientos imprevisibles. Tras la muerte del general Franco, España realizó un esfuerzo enorme por convertirse en un país democrático y moderno. El mundo artístico también intentó esa renovación (Nuevo Cine Español). Así, El sur sea quizás una de las mejores cintas que reflejan este cambio. Posteriormente, una aparición en la película conjunta Ten minutes older, donde hace su aportación con "Alumbramiento", diez minutos de cine en blanco y negro que representa un diálogo creativo en forma de cartas filmadas con su colega, el director de cine iraní Abbas Kiarostami.
La mitad inferior de España
El largometraje narra el exilio de una familia al norte de España por motivos ideológicos. En "La Gaviota" viven Agustín Arenas, hombre del sur, médico y zahorí; su mujer Julia y Estrella, la hija de ambos. A lo largo del film podemos ver la evolución de Estrella teniendo como eje central la fijación en la figura idealizada de su padre, hasta que un día descubre que tuvo una amante.
Basada en una historia de Adelaida García Morales, el director vizcaíno parece tener como objetivo volver a los tópicos planteados ya hace diez años en El espíritu de la colmena: las consecuencias de la guerra civil y de posguerra, el paso de la infancia y del tiempo, el exilio interior y la ruptura familiar y social aparecen plasmados en la película. Se une así Erice al conjunto de directores españoles que realizaron películas revisando la etapa histórica española de los años 70 y 80. En el caso de la película que nos ocupa, el cineasta abandona las atmósferas agobiantes y el ritmo gana en concisión, seguimos apreciando los juegos de luces para expresar los sentimientos de los personajes y seguimos viendo una atmósfera rural, austera, de campos infinitos. Podemos hacer referencia a una probable fuente de donde bebió Erice para concebir el guión del largometraje, y es el relato de "El sur" de Jorge Luis Borges. En él señalaba que "el sur no es un lugar geográfico, ni un púlpito ideológico, ni una realidad religiosa; es una unidad metafísica a la que es imposible volver". Hay que mencionar el hecho de que durante el rodaje de la película que estamos tratando, surgieron problemas con la producción y el rodaje no llegó a su fin previsto. Quizás sea una película con un final abierto, con necesidad de una continuación, con intentos de ser un producto audiovisual que inicialmente no fue concebido como tal.
El director vuelve a expresar su obsesión por la figura paterno-filial. Intenta mostrar la constante e invisible lucha que se establece entre ambos roles por intentar averiguar aspectos del pasado. Erice se posiciona en el punto de vista de la hija, destacando la importancia de un padre para un hijo. Pero es al mismo tiempo un viaje de ida y vuelta, un largo camino hacia los sueños y realidades que nacen en la infancia y que llevan a una aventura de contrastes en la etapa adolescente. El relato fragmentario de Estrella se compone de pensamientos fragmentados. Cuando es una niña, su padre para ella es un ser cuasimágico, sorprendente y lleno de conocimientos y habilidades (como en la escena en la que su padre encuentra agua subterránea usando el péndulo). Cuando comparte a solas la comida con su progenitor en un desierto restaurante, se descubre a sí misma y descubre también que su fascinación hacia él se ha desvanecido ya con el paso de los años. Mientras en el salón de al lado se escucha el mismo pasodoble que el día de la Primera Comunión de la pequeña habían bailado haciendo gala de la felicidad, Estrella joven renuncia a lo vivido en su infancia y al mito que la había envuelto. El Sur muestra el desarrollo de la relación entre ambos personajes a través de una serie crucial de acontecimientos (enseñanzas en el manejo del péndulo, la Primera Comunión y el descubrimiento de la amante de Agustín, Irene Ríos).
Otra de las características de la película es su sencillez. Se nos narra la vida de los personajes y la especial relación entre padre e hija con una cuidada voz en off de Estrella, las imágenes y los silencios. Toda la película se encuentra impregnada de un halo poético logrado a través de una magistral fotografía, una manera de rodar intimista y tranquila que posee Víctor Erice. Resulta muy destacable el uso que hace Erice de la luz en toda la película, alternando con la oscuridad. Es como si se tratara de cuadros impresionistas (basta con contemplar el inicio de la cinta, donde se pasa del oscuro fondo de los títulos de crédito al dormitorio de Estrella, paulatinamente iluminado por los rayos de sol) enmarcados dentro de encuadres con el rigor necesario hasta alcanzar el grado de poesía visual. A partir de este momento de planteamiento inicial de la historia, se utiliza el flashback para contar al espectador la historia de los protagonistas. Todo el elenco de actores hace un trabajo muy destacable, pero debemos señalar las interpretaciones de Omero Antonutti y Rafaela Aparicio, ésta última quizás la mejor figura cercana para encarnar el sur, tan fascinante para Estrella, interpretada por una jovencísima Icíar Bollaín. La película muestra un diseño formal y conceptual muy coherente, situándola entre el género melodramático (lucha por conseguir objetivos, mujeres en primer plano) y el thriller/cine negro (resolver el misterio de identidad y fascinación por una mujer fatal)
En definitiva, podemos entresacar la dualidad norte-sur. El norte como el frío, la noche, la muerte, el exilio, la soledad, el otoño, el invierno; el sur como horizonte mítico, fascinante, lleno de luz y calor, la primavera, el verano. Sin embargo, ambos lugares se complementan: el sur llega después del norte, justo como el otoño y el invierno preceden a la primavera y al verano. O bien como la vida precede a la muerte y el dolor de la soledad es el precio a pagar cuando el amor y la juventud se acaban.
Simplemente Erice
La propia personalidad de este director, su concepto de cine alejado de la comercialidad y su necesidad de transitar por nuevos caminos pueden ser las claves de la breve pero característica filmografía de este director. Si tuviéramos que etiquetar el motivo principal de su cine, podríamos decir que se trata del tiempo: en el sur, el tiempo de la infancia como lugar mítico de investigar una realidad paralela no esclarecida hasta la adolescencia. Asimismo, el cariño hacia el séptimo arte que desprenden sus películas podemos tomarlo como una traspolación de los grandes directores europeos, incluso orientales como Yasujiro Ozu, quien plantea en sus películas sencillas historias sobre la relación entre los miembros de una familia.
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